Adivinás forzando. No hay secreto
que te ocultemos pero te empeñás
en pergeñar manijas de sentido
de que tomarte y navegar. ¿El summum
de la violencia? Puede un ademán
extenuarte, invisible, y el recelo
desde el que nos mirás hacer de cosas
en apariencia neutras la medida
de una nueva torsión. Respuestas/llaves,
que te darían ¿la razón?, negadas.
Y la sentina dúctil del oprobio
acopia versos de rastrojo, hiel.
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