domingo, 19 de agosto de 2012

nº 0005

Dejarás de escribir. Porque te pesa
la charla indiferente con que los
demás pasan sus horas, encallado
en el envión obtuso de los días.

Los días: anestesia de escandir
baba y vocales con que, displicentes,
los otros enumeran, aguanosos,
plata y placeres, y dormir después.

Y después es morir, y aquella forma,
zureo dulce en la desprotegida
adolescencia, ahora se diluye
en prácticas perladas de impudor.

Nido del ser, que brega: los plumones
de un cormorán dilapidás sin otra
necesidad que la de desligarte
de aquel mandato. Dejarás de oír.

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