sábado, 1 de agosto de 2009

Espera común

La diatriba o serpiente, dado de caras raras,
y las altas esteras del metejón o sal,
grito errante, embadurnan al curioso de monjas,
garita como estantes que almibaran y estrujan.

Mitones cancelados y menudeos crueles
se entreveran con palmas que a quién pican, qué más.
Los años de sequía, dintel de la campana,
y el segundo tomado, pezuña, y expelido.

Duplicados, entonces, en una piel precisa,
nuestras huestes hambrientas se dan a requintar,
y Homeros desdichados, pose total cigüeña,
interpelan un timo atravesando esporas.

Duplicados, insisto como una vieja lanza,
comején de la duda, coquitos, calefón:
tiene más de pastillas, menos de piernas tiesas,
y espera como un nene que hiciera de Brad Pitt.

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